viernes, 17 de septiembre de 2010

NADA QUE FESTEJAR

De acuerdo con el diccionario de la legua española la palabra celebración significa exaltar, festejar, alabar a una persona o cosa/ hacer solemne una ceremonia o acto. Esa definición nos lleva a preguntarnos ¿los mexicanos tenemos motivos para festejar el Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución?
La independencia y la revolución, fueron dos movimientos armados que perseguían, el primero la libertad respecto de España y la Revolución tenía el objetivo principal la democratización del país y accesoriamente la reivindicación de algunos derechos de los campesinos y obreros.
Celebrar en medio de la peor crisis económica y ante un futuro tan oscuro para la mayoría de los mexicanos es evidente que el sistema político ensalza a sus glorias pasadas para reiterar que su sistema "marcó el progreso" y que, por tanto, deberíamos confiar en que el país pasa por un "pequeño bache" y que, en cuestión de meses, volveremos a ver "la luz al final del túnel".
El sistema educativo, nos ha enseñado que ambos movimientos armados fueron una colección de hechos históricos y mitos sin conexión entre ellos y una lista de héroes que han canonizado hasta volverlos religiosamente "inmaculados", todos ellos de "buenos sentimientos" y de no mejores intenciones; todos, desde Hidalgo hasta Cárdenas, quienes según los historiadores reverenciales siempre estuvieron siempre del lado del pueblo.
Cumplidos los 200 años de rememorar la Independencia de México, no obstante haber alcanzado dicho status hasta la firma de los tratados de Córdoba, el 27 de Septiembre de 1821, una fecha que para muchos mexicanos pasa desapercibida, por lo que en realidad apenas se cumplieron 189 años de vida independiente.
Mientras tanto el centenario de la Revolución Mexicana debería ser el 5 de febrero de 2017, cuando se concretó el primer acuerdo nacional entre facciones revolucionarias después de siete años de lucha, con la promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Los festejos del Bicentenario y Centenario han sido empañados por una degradación terrible de nuestras condiciones materiales de vida y por una ausencia angustiante de un futuro mejor.
Sin embargo, la clase política y económica en el poder aprovechará la oportunidad para recordarnos que las revoluciones son "cosas del pasado", que lo peor de la historia ha quedado atrás y que el actual sistema político y social es "eterno" y el "mejor de los mundos".
La postura de las clases medias, trabajadores y campesinas es diametralmente opuesta a la visión estática, fraccionada y mistificada del statu quo. Los representantes de izquierda y derecha, en los hechos tienen la misma visión oficial como integrantes del sistema político.

Por otro lado estos Festejos han sido marcados por el derroche económico con un presupuesto de más de 2,000 mil millones de pesos para la celebración, como si se tratara de un país que no padeciera crisis económica y de seguridad, además con una falta de transparencia en el manejo de dichos recursos.
El Show pirotécnico y artístico de corte ‘hollywoodense’, estará a cargo de una empresa australiana, con un costo de 690 millones de pesos en un solo día, en el cual participarán más de 20 mil artistas. Habrá además un monumento y un desfile. Los festejos se reproducirán en las entidades federativas y en algunos municipios por seguridad no se realizaran.
Por otra parte hubo dos formas de conmemorar, no de festejar el Bicentenario de la Independencia de México y el Centenario de la Revolución.
La primera era revisar nuestros 200 años de vida bajo una perspectiva histórica, reflexionar sobre quiénes fuimos, adonde fuimos y quiénes debimos ser.
Pero se decidió por la segunda: adquirir vestuario, lentejuelas, maquillaje y fuegos artificiales, actores con el objeto de embriagarnos frente a la ilusión de que somos una gran nación por la magia de las pirámides, los mariachis y los tacos de trompo y al pastor.
No se reflexiono si con la Independencia alcanzamos la libertad o sólo cambiamos de amo. Los Estados Unidos, imponen condiciones económicas y seguridad a México, por lo que hemos transitado de la dominación española a la dependencia económica de los Estados Unidos. Tampoco se delibero si gobierna la delincuencia organizada.
No se debatió, que el saldo en los últimos 27 años es de desigualdad social y económica, expresada en más setenta millones de pobres que habla por sí sola de un fracaso.
Aun cuando los mejores años post revolucionarios fueron los llamados del Desarrollo Estabilizador, entre las décadas de los sesentas y los setentas, en que se dio una relativa autonomía política, económica y alimentaria
Y lo peores, fueron con la implantación del neoliberalismo a partir de Miguel de la Madrid hasta Felipe Calderón, cuya política económica ha probado su ineficacia y que ha sumido al país en la debacle. Dictada por el Consenso de Washington, bajo la tutela de Reagan y Thatcher.
En definitiva no existió previo al Bicentenario un ejercicio de autocrítica y reencauzamiento, para que las élites políticas, económicas, incluso las intelectuales, hubieren logrado concebir o construir un nuevo proyecto de nación, que nos mostrara con exactitud el camino para salir del subdesarrollo de una vez por todas. A pesar de no existir motivos o nada que festejar, hay mucha fiesta, para tan poca reflexión.
carrsot_l@hotmail.com
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