viernes, 19 de noviembre de 2010

REVOLUCION MEXICANA. REFLEXION.

Hace 100 años en 1910, se inicio en México el movimiento armado conocido como Revolución Mexicana, llevada por la fuerza de los campesinos, teniendo como finalidad derrocar al gobierno anquilosado y represor de Porfirio Díaz Mori, para transformar el sistema político y accesoriamente la reivindicación de derechos campesinos y obreros.

Al concluir la Revolución Mexicana se propuso conjugar el proyecto de nación de Morelos: libertad y justicia social con el de los liberales del siglo XIX y el de Madero: democracia política y respeto por la ley y el nacionalismo.

Después del asesinato de Madero, hubo nuevas luchas en las que triunfó Venustiano Carranza, quien promulgó la constitución de 1917, paso decisivo para la organización del estado posrevolucionario. No obstante, los caudillos más radicales de la revolución mantuvieron la lucha hasta 1920.

La revolución contribuyó a formar el México contemporáneo, proporcionó una redistribución de la riqueza a través de la repartición de la tierra, con lo cual se mejoraron las condiciones de vida del campesinado, que constituía el 85% de la población, situación que se revirtió en el salinato con el desmantelamiento del ejido.

Nació un Estado revolucionario que no era socialista, fascista o liberal. Ese régimen era ideológicamente pragmático: no se oponía a las elecciones, pero no derivaba de ellas su legitimidad, era anticlerical, populista, con una Constitución donde se abraza por igual al individualismo, al corporativismo y sindicalismo, con un partido de estado que gozaba del patrocinio del gobierno.

Al finalizar el gobierno de Lázaro Cárdenas también concluyo el objetivo de hacer de México una sociedad sin desigualdades sociales y económicas por la vía de la justicia social. Sin democracia política, sin cambio social que reivindicara a los marginados al proyecto nacional, el respeto a la ley también resultó imposible de cumplir.

No se puede soslayar ni dejar de reconocer que el autoritarismo gubernamental conto con el apoyo y aceptación de la mayor parte de la sociedad mexicana. Esa legitimidad del régimen pos revolucionario provino no del cumplimiento de las promesas originales, sino de su capacidad para sostener el crecimiento de la economía, así como la materia educativa, comunicaciones e infraestructura.

Los festejos del Centenario han sido empañados por una degradación terrible de las condiciones materiales de vida de los mexicanos y por una ausencia angustiante de un futuro mejor.

Los mexicanos, padecen una profunda crisis económica, el desempleo a la alza, el aumento geométrico de la pobreza, crisis de seguridad y pérdida del control gubernamental en algunas entidades del país a manos la delincuencia organizada, país formado por generaciones de maestros y alumnos reprobados, la corrupción, se expandió como cáncer en las instituciones públicas.

Cabe señalar que los mejores años post revolucionarios fueron los llamados del Desarrollo Estabilizador, entre las décadas de los sesentas y los setentas, en los que se alcanzo una relativa autonomía política, económica y alimentaria.

Y lo peores, fueron con la implantación del neoliberalismo a partir de Miguel de la Madrid hasta Felipe Calderón, cuya política económica ha probado su ineficacia y que ha sumido al país en la debacle.

No obstante haber fallado en las expectativas de la sociedad mexicana, a la Revolución de 1910 se le debe considerar como una herencia de valor social con la que cuenta el país, de la cual el sistema político debería aprender en la actualidad para no volver a caer en el mismo error que la originó.

En definitiva la Revolución Mexicana no fue una revolución verdadera-porque las diferencias sociales y políticas, las desigualdades entre los ricos y los pobres, se ven con mucha claridad en el México actual, porque no hubo el cambio total que implica el término “revolución”. Por lo que no hay grandes motivos para celebrar.

carrsot_l@hotmail.com
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