jueves, 18 de octubre de 2007

LAS ACUSACIONES DE MOREIRA

Luis Lauro Carrillo

Solo porque los diputados panistas abandonaron el salón de sesiones del Congreso durante el segundo informe de Humberto Moreira Valdez gobernador de Coahuila, este reacciono iracundo con una andanada de insultos acusándolos junto con los demás miembros de la elite blanquiazul de rateros y narcos.

Los destinatarios albiazules del mandatario se indignaron y replicaron exigiendo pruebas. El Senado salió en defensa de los senadores panistas Guillermo Anaya y Ernesto Saro pidiendo una investigación a fondo, por tratarse de acusaciones demasiado graves para pasar inadvertidas.

El escándalo político desatado por las declaraciones del mandatario coahuilense forma parte del intercambio de acusaciones de narcotráfico entre panistas y priistas, en las que ha estado incluido hasta el secretario de Gobernación, Francisco Ramírez acuña, quien admitió la posibilidad de que el narco hubiese permeado en la política.

No se aprecia una razón política de fondo que sustente la afirmación del gobernador Moreira de las ligas entre políticos y narcotraficantes. Se tratará del puro ánimo de llevar la contra como en el caso de la reforma electoral que manipulo su rechazo total o de quitare los reflectores a Vicente Fox y las Hummers y al Caníbal José Luis calva.

Nos resulta difícil aceptar que solo por la crítica y abandono del panismo durante la lectura del informe de gobierno, Moreira haya respondido con esas acusaciones, por lo que debe existir mar de fondo para motivar la reacción del titular del ejecutivo de Coahuila.

Si la declaración del gobernador coahuilense fue desafortunada o infundada bastaría una rectificación y disculpa pública para parar el escándalo y las repercusiones políticas, pero no matizarlas: “no fueron imputaciones directas, fueron alusiones a lo que aparece en una revista”, dijo el secretario de Gobierno de Coahuila, Homero Ramos Gloria.

En plan chusco pensamos que quienes deberían estar ofendidos contra Moreira serian los narcos por andarlos desprestigiando y no el estridente ex alcalde de Torreón, hoy senador panista Guillermo Anaya, quien es cuestionado en su probidad política y moral.

Es inadmisible el “principio” de que en el terreno de las acusaciones políticas todo se vale, ya sea desacreditando sin pruebas al adversario o deformando deliberadamente los hechos, son las prácticas a las que tanto recurren políticos, servidores públicos y hasta empresarios, cuando se trata de dirimir disputas por el poder político y económico

Ya que quienes incriminan o desacreditan sin probar, falsificando la realidad con fines políticos, no sólo denigran la política y el ejercicio del poder, sino que se exhiben como lo que en realidad son: falsarios, irresponsables y lenguas largas.

Las acusaciones del Gobernador Humberto Moreira Valdez a los albiazules se dieron con ligereza y superficialidad declarativa, sin haber ofrecido prueba alguna para demostrar que los panistas son rateros y narcos. Fiel al principio: Calumnia, difama, miente, que algo queda.

En definitiva la descalificación del adversario o del enemigo, faltando a la verdad, utilizando como herramientas políticas privilegiadas la calumnia y la difamación, exhibe de cuerpo entero la irresponsabilidad de los actores políticos, sin ninguna obligación con la verdad ni con la ética política.

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