viernes, 21 de junio de 2013

Reforma transformacional energética.


Tamaulipas México.- La globalización, piloteada por empresas multinacionales que adquirieron mayor poder que los estados o gobiernos, tiene como objetivo transformar la realidad del mundo en un mercado de productos, donde controlan desde los fertilizantes hasta el agua y de los cereales hasta el petróleo, todo ha caído en sus manos.

Viene a cuento lo anterior por las declaraciones recientes del Presidente Enrique peña Nieto al Financial Times periódicos extranjeros especializados en economía en relación con la reforma energética de carácter transformacional.

Al efecto el presidente expresó: “Hay diferentes opciones sobre lo que debiera ser la reforma, estoy seguro... de que será transformacional”. Peña Nieto agregó que la reforma incluiría “el cambio constitucional necesario para dar certeza a los inversionistas privados”

De tal suerte que atrás quedaron aquellas desgañitadas afirmaciones del presidente Peña Nieto de que Pemex no se vendía ni se privatizaba, todo indica que se trataba de una estrategia distractora, porque en el fondo el gobierno se encamina a compartir la renta petrolera con los capitales monopólicos del extranjero.

Sobra decir que Pemex es toda una tragedia. Analistas expresan que al cierre de 2012 sin considerar las reservas petroleras Pemex estaba ya quebrado. Los pasivos laborales tienen el mismo valor que las instalaciones.

De acuerdo al reporte financiero los pasivos laborales eran de poco menos de 1.3 billones de pesos, frente a propiedades, mobiliario y equipo por 1.65 billones. Si se suma a lo primero la deuda de largo plazo por la cantidad de 2 billones de pesos, la empresa se encuentra en quiebra y peor aun en el último año los activos fijos crecieron en 4%, los pasivos laborales, en 49%.

Está visto que la producción ha caído y los pozos, casi todos, están en la fase de agotamiento; tienen cerca de tres veces más personal del que deberían, al grado que ya casi no alcanzan los activos para pagar el pasivo laboral.

He aquí que en la realidad Pemex es una empresa secuestrada a la Nación, un botín para la voraz clase política mexicana de todos los colores y sabores, una fuente de enriquecimientos ilícitos. Lo que se ha ocultado es la causa de la estrechez financiera de Pemex que lo es que el gobierno destina todos los ingresos de la empresa a gasto público.

En ese contexto el gobierno federal desde 1976 tomó esa decisión, para afrontar el sobregasto gubernamental sin reducir el gasto público, como lo exigía el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, y ni tampoco hacer la demorada reforma fiscal que ampliaría la capacidad recaudatoria del estado mexicano.

En ese sentido dicha Reforma fiscal, ayer como ahora, requiere gravar las ganancias de los sectores monopólicos de la economía, que prácticamente no pagan impuestos, sólo aportan el 1.8 por ciento de los ingresos fiscales del país a pesar de que facturan el 53 por ciento del PIB.

Por tanto esa Medida sería equitativa y proporcional, para no seguir imponiendo la carga fiscal en las espaldas de los contribuyentes como los profesionistas, medianas y pequeñas empresas, los asalariados y sobre todo Pemex, que en conjunto aportan el 98.2 por ciento del gasto público, no obstante que sólo generan el 47 por ciento de la renta nacional

Ahora bien lo que quieren el gobierno norteamericano y las grandes empresas trasnacionales que están detrás, hay que decirlo claro, es tener acceso a la renta petrolera del país, quieren que se les permita participar directamente en la Exploración y Producción particularmente en la extracción del petróleo y de esa manera tener derecho a una parte del producto.

De ahí que la reforma neoliberal transformacional peñanietista se resume en reformar la Constitución General de la República, y demás leyes, para permitir, constitucionalmente, la privatización de las industrias eléctrica y petrolera en manos del Estado, posibilitando, así, la inversión extranjera sin límites en el sector de hidrocarburos y eléctrico.

Por otro lado el estado tiene como funciones básicas: apoyar a la acumulación de capital con la formulación de políticas que favorezcan y coadyuvar en el desarrollo del capitalista y conservar su legitimidad el estado las mistifica y las hace aparecer como medidas que responden al interés de la sociedad mexicana en general o bien las oculta dándoles el carácter de medidas de tipo técnico o administrativas.

Por consiguiente con la futura reforma energética transformacional se actualizan las en la especie las dos hipótesis relativas a las funciones del Estado Mexicano. Por lo que aquí cabe preguntar:

¿Las privatizaciones son la solución? La respuesta es no, porque no se benefició la sociedad, la mayoría de empresas como la ferrocarrilera, azucarera, carretera, minera, de telefonía, satelital, portuaria, de transporte aéreo, de televisoras, de la banca, quebraron o las rematararon a extranjeros o están en crisis debido a la corrupción y ambición de sus nuevos propietarios, o fueron rescatadas.

En otro orden de ideas, los mismos argumentos que se esgrimen para la privatización de los hidrocarburos: estrechez financiera, ineficacia e improductividad, mala administración, quiebra, agotamiento de pozos petroleros, reservas probadas, sirven también para su modernización, fortalecimiento y consolidación de Pemex.

En definitiva no a la privatización del sector de hidrocarburos, se debe fortalecer Pemex en sus finanzas y saneamiento como empresa pública, con nueva administración, nuevos técnicos, nuevos trabajadores, nuevo régimen fiscal, aumentando sustancialmente los recursos de la empresa destinados a reinversión, exploración, innovación tecnológica modernización y mantenimiento instalaciones.
Twitter: @luiscarrs



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