martes, 30 de abril de 2013

¿Se podrá reducir la pobreza?



Mientras los índices regionales de pobreza muestran el deterioro en la vida de los latinoamericanos, México proyecta las paupérrimas condiciones de marginación en las que sobrevive más de la mitad de su población, según las cifras oficiales.

De igual manera la distribución de la riqueza en México revela una gran contradicción. Por un lado, el país tiene a 11 de los hombres más ricos del mundo y por otro, a más de 50 millones de personas en pobreza.

Viene a cuento todo lo anterior por el programa de combate a la pobreza del presidente Enrique Peña Nieto, que como sus antecesores, lo colocó como eje fundamental de su gobierno, mediante la política pública “Cruzada contra el Hambre”, cuestionada por asistencialista y electorera, verbigracia caso Veracruz..

Huelga decir que este programa consta de dos fases: una primera denominada remedial para resolver las carencias inmediatas y la segunda mediante actividades productivas y de acceso a servicios y bienes, oportunidades de empleo, educación, mercado, que generen las condiciones para que los pobres salgan definitivamente de la pobreza.

Como podrá verse la Cruzada contra el hambre suena maravillosa, salvo un pequeño detalle, ya que repite las políticas asistencialistas implementadas en sexenios anteriores, desde repartir despensas hasta dinero en efectivo, sin faltar las ayudas para la producción.

Sin embargo a pesar de los enormes recursos invertidos por los gobiernos, los pobres están ahí, siguen aumentando geométricamente y un buen porcentaje de esos viven en pobreza extrema, donde millones de compatriotas siguen padeciendo hambre y muchas otras carencias.

De ahí surge la pregunta ¿A qué obedece la pobreza? La respuesta de entrada sería a la falta de dinero, para adquirir los bienes y servicios. Pero principalmente por el resultado de la estructura capitalista de dominación, explotación y exclusión, donde los conceptos de pobreza y desigualdad están inseparablemente ligados.

Tengamos presente que en México el combate a la pobreza ha fracasado porque la política social no ha tenido un desarrollo incesante permanece anquilosada, pues pasan los años y cambian los gobiernos y se transforman los paradigmas de la acción social, pero para los mexicanos las políticas públicas en esta materia continúan siendo las mismas.

Por otro lado se afirma que los programas para combatir la pobreza en el país, sólo sirven de pretexto o excusa para darle empleos y ocupación a pobretologos, legisladores y burócratas, para formar y sostener ONG y de paso conseguirles recursos nacionales e internacionales. Ellos en los hechos absorben más recursos que los que se le asignan a la población marginal.

Así pues tienen razón quienes afirman que el combate a la pobreza no es por la justicia social, sino por razones político-electorales, pues no existe voluntad política para resolver la pobreza, sino solamente una fachada para mantener la estabilidad política y la gobernabilidad; por razones económicas para el consumo de bienes y razones estéticas porque la pobreza se ve muy fea.

En otras palabras la sobrevivencia del sistema político.

Ahora bien, desde la óptica de la caridad, se entiende que las medidas sociales que se formulan para mitigar la pobreza, tienen un carácter asistencial-integrador. Por su naturaleza, aunque vengan disfrazadas por consideraciones de carácter compasivo-humanitario, están vinculadas a la función legitimadora de la organización social y de los poderes públicos.

En el mismo orden de ideas, tal parece que los programas 65 y mas, pensión a adultos y otros son una mala copia de la Renta básica, propuesta por Jan Timbergen en 1953 y Jacques Duboin en 1960, como alternativa al desempleo, cuando empezaron a notarse significativamente los efectos del paro estructural producido por los cambios tecnológicos.

Es así que a la Renta Básica también se le conoce como ingreso garantizado, ingreso básico, salario social, dividendo social o subsidio universal.

En definitiva la cruzada contra el hambre, para aquellos mexicanos que reciban este apoyo gubernamental, aliviara o mitigara su situación al menos por un tiempo. Se prevé que en México la pobreza y la indigencia a nivel nacional aumenten y por tanto el objetivo de terminar con la pobreza extrema en nuestro país, e incluso con el hambre, parece una misión imposible.
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