viernes, 1 de febrero de 2013

LA EXPLOSIÓN EN LA TORRE DE PEMEX.

La explosión registrada en la Torre B2 de Petróleos Mexicanos (Pemex) de la ciudad de México dejó un saldo preliminar de 25 muertos, y más de 100 heridos y al menos 30 personas atrapadas en el sótano del inmueble, se desconocen las causas del siniestro, pero sin descartar que pudiera tratarse de actos de terrorismo que ya están investigándose.

Esta visto que solo una tragedia de tal magnitud le faltaba a la empresa paraestatal sostén económico de México, que ahora se debate entre el dolor, la corrupción de sus líderes y directivos, tomas clandestinas, la disputa ideológica por la defensa del nacionalismo y el interés privatizador de los neoliberales en la llamada reforma energética estructural.

A la luz de la lógica resulta inverosímil e inconcebible que para un moderno edificio administrativo, a la caldera se hubiere omitido su mantenimiento, sin embargo pudo haber acontecido, porque es un rasgo característico de los gobiernos la negligencia.

Por otro lado al ver los videos de la explosión, surge la duda de que si hubiese sido la acumulación de gas hubiera seguido ardiendo, en cambio la explosión fue una sola detonación que daño las estructuras que al decir de los especialistas, corre el riesgo de colapsarse.

En esas circunstancias, aun cuando ningún grupo armado revolucionario o de la delincuencia organizada haya reivindicado el ataque, de momento no puede descartarse la posibilidad de un atentado terrorista, por lo que habría que esperar el resultado de los peritajes que determinaran las causas de la explosión.

El lamentable acontecimiento de la explosión en la Torre B2 de Pemex, paralela con el tema sobre la privatización o “inversión privada nacional y extranjera” en la industria petroquímica que en este primer periodo de sesiones del Congreso de la Unión se debatirá, que las autoridades han sostenido que hasta ahora de que se trata de un accidente, no han podido evitar la especulación de la sociedad sobre la probabilidad de un atentado.

De ahí que la información sobre las causas de la explosión en aras de la transparencia debe ser lo más precisa posible, para determinar si se trata de un mero accidente o de un ataque criminal o actos de sabotaje.

En es tenor el presidente Enrique Peña Nieto, ha instruido al secretario de Gobernación y al Procurador General de la Republica para que se investigue, pero ello no ha impedido que se especulen las causas de la conflagración que ha costado la vida de personas y dejado heridas a un centenar más.

Sobra decir que en este México de decisiones de Estado desatinadas y de montajes todo se puede esperar; siendo imposible sustraerse a la imaginación y esto sucede porque hoy habrá más voces que llamen a la participación de la iniciativa privada en Pemex; se acusará ineficiencia en el mantenimiento, se habla ya de “acumulación de gases”, pero no se explica cómo en un edificio innovador, repleto de burócratas nadie advirtió el peligro.

Empero, de la especulación a la explosión surge la pregunta obligada ¿Qué pasó realmente este 31 de enero en Pemex? ¿Hubo falta de mantenimiento en la torre? o ¿Hubo un atentado terrorista?

En definitiva si el gobierno federal por razones de Estado oculta o matiza la información de la explosión de la torre de Pemex, para evitar un impacto negativo en la economía nacional, atentaría contra la transparencia y rendición de cuentas y como consecuencia el gobierno perdería credibilidad y confianza ante la sociedad.
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