martes, 20 de noviembre de 2012

LA REVOLUCION MEXICANA.



Hace 102 años en 1910, se inicio en México el movimiento armado conocido como Revolución Mexicana, llevada por la fuerza de los campesinos, teniendo como finalidad derrocar al gobierno liberal dictatorial y represor de Porfirio Díaz Mori, para transformar el sistema político y marginalmente la reivindicación de derechos agrarios y obreros.

En ese contexto nació un estado revolucionario que no era socialista, fascista o liberal. Ese régimen era ideológicamente pragmático: no se oponía a las elecciones, pero no derivaba de ellas su legitimidad, era anticlerical, populista, con una Constitución donde se abraza por igual al individualismo, al corporativismo y sindicalismo, con un partido de estado bajo el patrocinio del gobierno, porque al triunfo del movimiento no existía otra posibilidad.

En ese tenor, el 20 de noviembre es una fecha que se debiera motivar a la reflexión sobre lo que han significado los más de 100 años de vida nacional después del inicio de un movimiento armado, en vez de festejar con desfiles castrenses, deportivos, discursos huecos, espectáculos triviales destinados a borrar esa gesta de la memoria de los mexicanos y de la conciencia histórica nacional.

Señalemos, que a más de un siglo del inicio de la Revolución Mexicana, el país arrastra muchos rasgos similares a los prevalecientes en 1910, desempleo, pobreza, marginación, desnutrición, inseguridad, violencia, aunado a problemas de salud, ambiente, educación, vivienda, así como explotación y exclusión.

Cabe observar que las propuestas sociales acreditadas a la Revolución derivaron muy pronto en programas asistencialistas de control social de las masas a cambio de subsidios. Desde la llegada de los neoliberales al poder en 1982 hasta la fecha, la revolución mexicana desapareció del discurso político, ahora se encuentra en los museos, yace petrificada en los libros de historia oficiales.

De tal suerte los campesinos que aportaron tropas a los revolucionarios están hoy peor que nunca, a pesar de 102 años de gobiernos postrevolucionarios incluidos los panistas.

Por tanto el grupo tecnocrático en el poder terminó borrando literalmente el concepto de Revolución Mexicana de los documentos básicos del PRI, de la retórica del discurso político y finalmente el último clavo a la cruz lo fue cuando reformó los tres artículos clave de la relación Revolución-Constitución: Estado, iglesia y ejido.

Por otra parte no se puede soslayar que hubo logros revolucionarios como el reparto agrario, una ejemplar política exterior y un proyecto educativo y una economía que conformaron a una clase media ascendente. México se transformó y creció, pero no mejoró, por el contrario creció la desigualdad social.

Tengamos presente que los mejores años post revolucionarios fueron los llamados del Desarrollo Estabilizador, entre las décadas de los sesentas y los setentas, en que se dio una relativa autonomía política, un significativo crecimiento económico y suficiente producción alimentaria.

Está visto que los peores, fueron con la implantación del neoliberalismo a partir de Miguel de la Madrid pasando por Felipe Calderón y al parecer continuara con Enrique Peña Nieto, el denominado estancamiento estabilizador, política económica que ha probado su ineficacia, sumiendo al país en la debacle. Dictada por el Consenso de Washington, fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, y el Banco interamericano de Desarrollo.

Incuestionablemente al finalizar el gobierno de Lázaro Cárdenas también concluyo el objetivo de hacer de México una sociedad sin desigualdades sociales y económicas por la vía de la justicia social. Sin democracia política, sin cambio social que reivindicara a los marginados al proyecto nacional, el respeto a la ley también resultó imposible de cumplir.

Así pues la clase política y económica en el poder aprovechan la oportunidad para recordarnos que las revoluciones ya son "cosas del pasado", que lo peor de la historia ha quedado atrás y que el actual sistema político y social es "eterno" y el "mejor de los mundos" y que solo se podrá salir adelante con el empleo y la competitividad. ".

Ahora bien, la postura de las clases medias, trabajadores y campesinas es opuesta a la visión estática, fraccionada y mitificada del statu quo. Los representantes de la izquierda derechizada y la derecha, en los hechos tienen la misma visión oficial como integrantes del sistema político, sirve de ejemplo la reforma laboral y las estructurales que ya vienen.

Por otro lado tendremos que reconocer que el autoritarismo gubernamental del viejo régimen conto con el apoyo y aceptación de la mayor parte de la sociedad mexicana. Esa legitimidad del régimen pos revolucionario provino no del cumplimiento de las promesas originales, sino de su capacidad para sostener el crecimiento de la economía.

No obstante haber fallado en las expectativas de la sociedad mexicana, a la Revolución de 1910 se considera solo como una herencia de valor social con la que cuenta el país, de la cual el sistema político debería aprender en la actualidad a no volver a caer en el mismo error que la originó.

En suma la revolución contribuyó a formar el México contemporáneo, por tanto, si se va a juzgar la revolución de acuerdo con las esperanzas de la gente, el veredicto sería de fracaso. Si a la Revolución Mexicana se le juzga en relación a los beneficios que ha producido después de su culminación, es indudable que cambiaron muchas cosas.

En definitiva la Revolución Mexicana no fue una revolución verdadera-porque las diferencias sociales y políticas, las desigualdades entre los ricos y los pobres, se ven con mucha claridad en el México actual, porque no hubo el cambio total que se implica el término “revolución”.
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