martes, 27 de septiembre de 2011

GOBIERNO DE COALICION.

La propuesta de reforma Constitucional para establecer la formación de gobiernos de coalición desde el Congreso y la creación de la figura del Jefe de Gabinete, a fin de crear mayorías parlamentarias que generen gobernabilidad para el próximo Presidente de la República, se ha recibido de buen talante por las elites políticas, económicas e intelectuales del país.

El Sistema político Mexicano actualmente está agotado en su diseño original y ya no le es útil al desarrollo y funcionamiento de la democracia a que aspiran los mexicanos, para alcanzar la justicia distributiva, el crecimiento económico, el empleo, la erradicación de la desigualdad social y garantizar las libertades.

El régimen presidencialista ya resultó obsoleto, desde las elecciones intermedias de 1997 se rompió la ecuación política expresada en un Ejecutivo fuerte, más mayoría absoluta en el Congreso, igual a gobernabilidad, para pasar a la de Ejecutivo débil, menos congreso opositor fuerte, igual a ineficacia gubernamental.

De tal suerte que esa ineficiencia se ha traducido en conflictos entre poderes, falta de alicientes para la colaboración entre los partidos políticos, parálisis legislativa y riesgos de ingobernabilidad. Esto debido, no solo a la falta de responsabilidad de los partidos, sino por el diseño del sistema político y en particular de la relación entre poderes, no estaba hecho para la alternancia ni la actual pluralidad.

Por lo tanto un sistema político diseñado y pensado para que el país fuera de un solo hombre como lo tuvo durante décadas, con un Poder Legislativo fusionado por la hegemonía del ejecutivo; un Poder Judicial a su disposición. Actualmente sigue habiendo presidencialismo, pero ya no tiene ni al Congreso ni a la Corte.

En efecto la fórmula del presidencialismo como se dijo ya está exhausta y habrá que sustituirla para recuperar la gobernabilidad, por lo que sólo existen dos opciones: volver atrás a la vieja cláusula de gobernabilidad de mayoría artificial o caminar hacia el futuro adoptando un sistema semi parlamentario.

He aquí que la primera opción propuesta por Peña Nieto, más allá de garantizar gobernabilidad, distorsiona la voluntad del electorado en favor del partido mayoritario, en perjuicio de los partidos opositores, retrocediendo al viejo régimen.



En cuanto la opción segunda generada por Beltrones, el Gobierno de coalición propuesto, reforzaría las instituciones, promovería la gobernabilidad, incrementaría las posibilidades de manejar las crisis y de funcionar con mayor eficacia y fluidez, permitiendo al Ejecutivo y al Legislativo interactuar y fortalecerse mutuamente, sin demérito de sus facultades.



En ese tenor la iniciativa de reforma constitucional tendiente a modificar el sistema presidencial, destacan la posibilidad de integrar gobiernos de coalición, disolución de las mismas, la ratificación del jefe de gabinete, secretarios de despacho, y del procurador general por parte del Senado y la obligación del Ejecutivo de acudir a las cámaras del Congreso por invitación o a requerimiento del Legislativo.



Tengamos presente que esta iniciativa modificada, es suscrita por los diputados Guadalupe Acosta Naranjo del PRD, Javier Corral del PAN, Pablo Escudero Morales, Víctor Hugo Círigo y Carlos Samuel Moreno del PVEM, Jesús Alberto Cano Vélez y Sami David del PRI del grupo político del senador Manlio Fabio Beltrones autor de la iniciativa original en el Senado.

En el mismo orden de ideas está visto que después de la fallida transición política desde el gobierno panista, cobra importancia la propuesta de reforma constitucional que tiene como objetivo arribar a un nuevo régimen político que privilegie el acuerdo para el desarrollo democrático, en justicia y libertad.

Estamos ciertos que no será la mejor propuesta de reforma posible, pero sí la más democrática conocida hasta ahora, que permita restituir los equilibrios perdidos entre poderes y ordenes de gobierno para hacer que los gobiernos gobiernen para la sociedad de modo que pueda lograr un alto nivel de desarrollo de México.

De ahí que se impone un gran diálogo en ambas cámaras y sobre todo en la sociedad civil para la construcción de un programa de gobierno de coalición en México.

De no concretarse la reforma para establecer el gobierno de coalición y la creación del jefe de gabinete para el próximo sexenio, este país continuara política y económicamente anquilosado, igual o peor que lo han sumido los gobiernos panistas de la alternancia.

En definitiva el país requiere en el corto plazo la formación de gobiernos de coalición y de mayorías capaces de trascender intereses electorales y de coyuntura, pero no de mayorías al servicio del presidente en turno, sino de verdaderos gobiernos coaligados sustentados en acuerdos públicos y transparentes y en proyectos de largo alcance.
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