viernes, 22 de julio de 2011

POPULARIDAD PRESIDENCIAL Y DESÁNIMO SOCIAL.


Como podrá verse la caída de la popularidad del presidente Felipe Calderón ha sido sostenida, sin cambiar el discurso que ha sido enfocado en los temas de seguridad y reiterativo en el optimismo económico.

He aquí que la pregunta de aprobación presidencial es un indicador de desempeño de gobierno que permite comparar la actuación de diferentes niveles de autoridad en el mundo y a lo largo del tiempo.

De ahí que la gestión del presidente Felipe Calderón, fue reprobada por el 54 por ciento, de acuerdo con la más reciente encuesta nacional levantada por GEA/ISA, los índices de aprobación presidencial están vinculados estrechamente a los índices de percepción ciudadana sobre la seguridad y la economía, que han caído.

Por su parte la Encuesta Nacional de Ingreso-Gasto en los Hogares 2010, publicada la semana pasada por el INEGI, revela que el ingreso familiar promedio ha caído en poco más del 12% desde 2008 y que la inseguridad pública y la violencia delincuencial se siguen multiplicando, como uno de los peores signos de los tiempos en que vivimos.

Observamos que el debate público enfocado por los funcionarios federales que insisten en adecuar los números utilizables para convencer a la sociedad de los éxitos de la estrategia gubernamental, en materias particularmente de seguridad y economía, contrastados con los datos empleados por quienes los utilizan como herramienta para demostrar que los esfuerzos del gobierno han sido infructuosos.

Por consiguiente estas dos cuestiones no ceden un ápice a la esperanza de vivir mejor.

Lo que se debe subrayar es que el pesimismo sigue haciendo mella en las percepciones de la gente sobre el futuro del país, el miedo al fenómeno delincuencial aumentado y la impunidad, y a la devastadora cifra 11 mil 645 pesos mensuales de ingreso promedio en los hogares mexicanos.

Mas allá de que el gobierno calderonista tenga razón o no, o que los partidos de oposición y sus líderes sean eficaces en sus críticas, la realidad es que la sociedad mexicana subsiste en la incertidumbre, en la desesperación porque la cosa pública y actores políticos solo les ofrecen discursos.

Esta visto, que el futuro del país se está cancelando, no por las contradicciones de los políticos, sino por el desánimo de la sociedad originado por las malas noticias del acontecer diario, en un marco de disputas retoricas de cara al 2012, que no hacen más que ensombrecerlo todavía más, con una insensibilidad social de los actores políticos que solo les preocupa el poder por el poder mismo.

Por otra parte sino se llega a un acuerdo para elevar el techo de endeudamiento del gobierno de Estados Unidos, los expertos predicen que podría causar un efecto dominó y a México le impactaría el doble que la pasada recesión que inició en la segunda mitad de 2008 con una caída del PIB de entre 9 y 10%.

En definitiva, al margen de la aprobación presidencial, en tanto la seguridad y la economía de los mexicanos no se recuperen, ni surjan soluciones técnicas, políticas viables y factibles para corregir el deterioro de ambas, la acometida anímica estará perdida, aunque la clase política, insista en persuadirnos, con palabrería estéril, de sus verdades a medias.
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