martes, 26 de julio de 2011

PARALISIS LEGISLATIVA.

Como podrá observarse, la función legislativa en nuestro país está degradada hasta el extremo. No es una novedad que los diputados tengan bien ganado el desprestigio. Son groseramente caros y ordinariamente ineficientes. Tienen dinero a manos llenas pero son extremadamente improductivos.

Así pues, salvo contadas excepciones estos legisladores son lacras sociales con fuero y excesivas prebendas, son calificados en el rango más bajo de de la escala de confianza, credibilidad, eficiencia y aceptación, cuya popularidad en todas las encuestas está en los últimos lugares, junto con los policías ministeriales.

De ahí que la imagen que arrastran desde hace años y en el caso particular de la LXI Legislatura del Congreso de la Unión actualmente en receso, es la de la holganza ya que solo trabajan a lo mucho cuatro meses y medio del año.

En efecto la Cámara de Diputados tiene un rezago de 2000 iniciativas y sólo el 11% han sido dictaminadas, a favor o en contra. En el Senado la historia no es muy distinta, ahí de las casi 1100 iniciativas introducidas en la LXI Legislatura, sólo el 6% ha sido procesada, y el resto están archivadas en el frigorífico legislativo, conocido coloquialmente como “congeladora”.

Contrariamente los defensores del rezago argumentan inexistencia de parálisis al aprobar en promedio el 10% de proyectos al final de cada Legislatura, aun cuando no respondan a las grandes reformas que requiere el país, como es el caso de la reforma política, económica, laboral y de seguridad nacional entre otras.

Tanto a las Cámaras como a la Comisión Permanente se le ha solicitado llamar a un periodo extraordinario de sesiones, para sacar adelante reformas mencionadas y nombramientos de urgencia, como lo son los tres consejeros del Instituto Federal Electoral (IFE) que debieron nombrarse en octubre de 2010, sin embargo la respuesta y actitudes han sido la sordera, el silencio y las evasivas.

Un ejemplo más de lo pobre del trabajo legislativo fuera de las reformas e iniciativas congeladas puede encontrarse en los atrasos en la publicación de acuerdos en la red de internet 18 meses después de su emisión.

Por consiguiente la parálisis del Congreso es una ofensa grave a los contribuyentes que con sus impuestos cubren los estratosféricos salarios a estos “representantes” para que legislen, lleguen a acuerdos y pacten por el bien del país, llamando la atención que políticos “profesionales” no pueden ponerse de acuerdo, para poder hacer su trabajo.

De ahí que la inacción legislativa domina al Congreso de la Unión que juega con las expectativas de la ciudadanía, incumple con la designación de funcionarios y promete cosas que no cumplió en su momento, quedando evidenciado que no es posible hacer política, concertación conciliación y acuerdos.

En definitiva los legisladores son verdaderos flojonazos con fuero, la gran mayoría de los diputados federales de todos los partidos, cual vulgares vividores de la política, “levantadedos” y “calientacurules”, poco o nada les importa la sociedad a la que dicen representar, anteponiendo al interés colectivo el interés personal y el de quienes los promueven.
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