viernes, 21 de enero de 2011

EL AFFAIRE DE LAS MINIFALDAS.

Una constante de los políticos es dar de qué hablar en sus áreas de trabajo, sea por lo que hacen o dejan de hacer, más allá de las propuestas que generen beneficio para la sociedad, las más comentadas suelen ser aquellas que desatan polémica o las que rondan por los límites de lo absurdo.

En estas últimas, se ubican las instrucciones emitidas por Norberto Treviño García Manzo y Jorge Abrego Adame Secretarios de Salud y de Administración del gobierno del estado respectivamente, prohibiendo minifaldas y blusas con escotes pronunciados, como si se tratara de una orden propia de la Inquisición del siglo XVII o violaciones graves al estricto código moral de Vestuario.

La creencia generalizada era que únicamente los gobiernos panistas eran misóginos, por sus prácticas cotidianas contra la población femenina, pero los funcionarios priistas mencionados, resultaron igual o más puritanos, moralinos, fundamentalistas e intolerantes que aquellos.

Con la implantación de dichas prohibiciones cobra vigencia la violencia de género, prohibir las minifaldas, las blusas ombligueras, los escotes, pantalones de mezclilla y ropas apretadas, de entrada vulneran el derecho a decidir cómo vestirse, y por lo tanto serian violatorias de los derechos humanos de las mujeres.

Tal vez los señores secretarios mas que generar políticas públicas, están más preocupados por la presentación personal de sus subordinadas, o en el fondo consideran que el uso de las minifaldas atentan contra la moral y las buenas costumbres, amén de la distracción de la atención del personal masculino y de los gobernados que acuden a sus dependencias..

La pregunta obligada es ¿por qué esta actitud con la mujer burócrata? Será por su salud; por machistas por el control de su cuerpo o porque los funcionarios piensan que las minifaldas se convierten en una invitación para ser agredidas o molestadas, no sólo dentro de las oficinas, sino en el exterior, vaya usted a saber.

Por otro lado el escándalo pudo haberse evitado, sin necesidad de recurrir al conservadurismo y a la moralina, porque los secretarios y asesores no se preocuparon por leer, ni aplicar el Reglamento de las Condiciones Generales de Trabajo vigente reformado desde el 4 de septiembre de 2003.

En efecto el artículo 111 de dicho ordenamiento legal, establece: Son obligaciones de los trabajadores: fracción VI.- Usar dentro de las labores los uniformes y equipos de seguridad, que el Gobierno proporcionará en cumplimiento de las disposiciones que existan al respecto.

De lo anterior se desprende una obligación contractual del gobierno a proporcionar uniformes y otra de los trabajadores a usar los mismos dentro de sus jornadas laborales. Por lo que no se explica ni justifica el comportamiento de los servidores públicos involucrados en el affaire de las minifaldas.

De ahí que las prohibiciones de la Secretaria de salud y de Administración estuvieron fuera de lugar, olvidando que estamos en una sociedad occidental, democrática y liberal, evidenciando un carácter machista y ultraconservador.

Por otra parte llama la atención Blanca Valles “dirigente” sindical de los burócratas, ni las manos metió, ni ha dicho esta boca es mía a favor o defensa de sus burócratas, está más preocupada por saber cuándo Oscar Almaraz solicitará licencia, para sustituirlo que por la suerte de sus representados. Los trabajadores de Gobierno tienen la líder que se merecen.

En definitiva los titulares de las secretarías solo están facultados para observar y aplicar en el ámbito de su competencia La Ley del Trabajo de los servidores Públicos y el Reglamento de las Condiciones Generales de Trabajo, que suscriben la Secretaría de Administración en representación del Gobernador del Estado y el SUTSPET.

carrsot_l@hotmail.com
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