viernes, 7 de octubre de 2011

PEÑA NIETO Y GOBERNADORES.


En el nuevo sistema político mexicano, después de que desapareciera la Presidencia de la República como el órgano articulador de las decisiones de poder, los Gobernadores adoptaron un papel determinante en ese proceso.

No cabe duda que Enrique Peña Nieto lleva una amplísima ventaja para ser el candidato presidencial tricolor, contando con un grupo fuerte al interior del PRI formado por gobernadores, ex gobernadores y legisladores federales que concluirán su gestión, quienes en sus respectivos estados ya no tienen futuro político, siendo los más interesados en que el PRI saque al PAN de los Pinos.

De ahí que Humberto Moreira dirigente nacional del PRI llamara a nueve ex gobernadores a quienes conoce por que junto con ellos gobernaron simultáneamente sus respectivas entidades, para posteriormente incorporarlos a la campaña presidencial, cabe señalar que los nombramientos obedecen a los intereses que los propios Gobernadores gestionaron durante su sexenio.

Todo parece indicar que al PRI no le interesa el desastre económico y social que los ex mandatarios dejaron en sus entidades, se les premia porque ninguno de ellos perdió elecciones y porque además se considera que posiblemente mantienen vínculos de financiamiento a nivel local.

No obstante lo anterior Peña Nieto, para conseguir su objetivo tiene un obstáculo muy importante que superar, vencer la resistencia de los gobernadores en funciones de su partido, que lo pueden hundir en la derrota, más allá de triunfar con holgura a la izquierda o a la derecha con candidatos propios o coaligados.

En los hechos los gobernadores se convirtieron en una especie de reyes locales, sustituyendo en sus feudos al gran monarca que caracterizaba al presidencialismo autoritario. Son jefes de estado y de gobierno, jefes del partido, jefes de las fuerzas de seguridad, con facultades constitucionales y metaconstitucionales.

De tal suerte que los gobernadores priistas, incluidos panistas y perredistas del país, controlan a los poderes ejecutivo, legislativo, judicial y el municipal de su estado, controlan los órganos de fiscalización de las legislaturas, controlan sus institutos de transparencia e información, controlan su comisión de Derechos Humanos, controlan sus organismos electorales.

Se comprenderá que los gobernadores de dientes para fuera le expresan a Peña Nieto todo su apoyo en pos de la conquista de la presidencia de la republica. La pregunta obligada: ¿Por qué la resistencia soterrada del poderoso grupo de gobernadores priistas? Porque si regresa la figura del Presidente priista, los mandatarios tricolores estatales tendrán por encima de su poder el del presidente.

Del mismo modo los gobernadores además controlan el Congreso de la Unión a través de sus legisladores y son los que más recursos reciben de la Federación sin estar obligados a rendir cuentas, en suma controlan todo, como antes lo hacían los presidentes priistas.



Aquí surgen otras preguntas a responder ¿Reaparecerá el síndrome “Madrazo”, expresado en traición, vacío y abandono de los grupos de priístas que podrían contribuir a la derrota Enrique Peña Nieto?



¿Si el PRI ganara la presidencia de la republica en 2012, los gobernadores tricolores regresarían a su antiguo status de Virreyes?, ¿convendrá a los gobernadores priistas que la facultad de decisión de designar su propio sucesor, diputados y senadores, regresarla al presidente de la republica?



Por otro lado también muchas fuerzas e intereses se han alineado para que el PRI vuelva al poder. Los poderes facticos como la empresas televisoras, grandes empresarios, decepcionados del desorden y la violencia delincuencial interminable en los gobiernos panistas, así como ciudadanos que están convencidos de que los priístas sí saben gobernar.



En definitiva el PRI no solo no ha muerto, sino que está más vivo que nunca, nada o muy poco cambió, el sistema de partidos en su conjunto se volvió copia fiel del priismo añejo, ya que no detuvo ni corrigió a tiempo las viejas prácticas. El PRI, de ganar la presidencia, enfrentaría el dilema de restaurar el viejo régimen o realizar una autentica reforma del Estado como la propuesta por Manlio Fabio Beltrones.
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