martes, 3 de mayo de 2011

DÍA INTERNACIONAL DEL TRABAJO.

El pasado 1º mayo se conmemoró el Día Internacional del trabajo, en memoria de los trabajadores anarquistas asesinados en Haymarket, Chicago, tras luchar por la reivindicación de la jornada laboral de 8 horas, motivo de la huelga. En esa fecha sindicatos y partidos obreros de todo el mundo desfilan y realizan manifestaciones.

Esta remembranza es considerada como el origen del movimiento obrero mundial.

El domingo en México hubo marchas obreras. Frente al balcón vacío de Palacio Nacional, desfilaron los trabajadores, el presidente Felipe Calderón se ausento para asistir a la ceremonia de beatificación de Juan Pablo II en el Vaticano, quien prefirió codearse mejor con Benedicto XVI que con Joaquín Gamboa Pascoe, Víctor Flores e Isaías González, jefes del corporativismo obrero oficialista.

En los desfiles de las organizaciones laborales, en el país, quedo de manifiesto que la única forma de reclamar prestaciones económicas, de vivienda, seguridad social y de empleo, es mediante mantas y pancartas, así como los encendidos discursos y no mediante el ejercicio del derecho de huelga. De lo destacado del desfile fue la reiteración del no a la reforma laboral.

A lo largo del siglo XX, las conquistas laborales se fueron ampliando con leyes para los trabajadores, para reconocerles derechos de respeto, retribución, vivienda, jornadas laborales y seguridad social. En la última década del siglo esas mejoras retrocedieron bajo la llegada del neoliberalismo como una ofensiva contra el estado benefactor.

Los veintidós años del modelo económico neoliberal en México, ha estado orientado para beneficiar a los empresarios, tratando de establecer reformas laborales que eviten las movilizaciones, las huelgas, mediante la contención salarial, la inestabilidad en el empleo, desnaturalización del contrato de trabajo, la libertad del despido y la flexibilidad para contratar del patrón, es decir un traje a la medida de los empleadores.

Por otro lado según la filosofía marxista, el movimiento obrero nació bajo el signo de una concepción progresiva y determinista de la historia.

Progresiva en el sentido de que el curso se desarrollaría en una dirección en la que cada fase representa un paso adelante con respecto a la etapa anterior, comprendida dentro del lapso de la barbarie a la civilización, en los sistemas político económico que van des la comuna primitiva, esclavismo, feudalismo, capitalismo y socialismo.

Determinista en cuanto que cada fase está dentro de diseño racional y necesariamente debe tener lugar, de ahí que el socialismo constituye una fase de desarrollo histórico.

La lucha de clases de los trabajadores mexicanos por elevar el nivel de vida encierra gran importancia. En teoría los sindicatos bajo una dirección firme y acertada, de clase, debería oponer una eficaz resistencia a los patrones para la consecución de sus objetivos.

Sin dejar de reconocer la importancia de la lucha económica de los trabajadores contra la clase empresarial, a través de ella podrían impedir la reducción de salarios o conseguir algún aumento en un determinado periodo, sin embargo esta lucha solo va enfocada contra los efectos del capitalismo y no contra las causas estructurales que propician o hacen posible la opresión y miseria en que se encuentra sumido la clase obrera mexicana.

De ahí que en los hechos la lucha económica de los obreros por sí sola no puede abolir las leyes del capitalismo, ni podrá acabar con el sistema capitalista, ni liberar a los obreros de la explotación y la miseria. La clase obrera solo puede destruir el sistema capitalista mediante la lucha política por la vía de la democracia o en su caso la acción revolucionaria.

En los países como México donde el socialismo no se estableció ni siquiera a medias, ni con el viejo estado de bienestar priista, ni mucho menos con el neoliberalismo panista, la lucha revolucionaria y política de los trabajadores permanece congelada.

En la real politik el neoliberalismo en México esta ha asociado con modelos de producción de bajo salario y de la intensidad del trabajo, esto se explica por la existencia de un sindicalismo poco o nada representativo de los trabajadores. Aunque los sindicatos se han debilitado frente al modelo neoliberal, no por esto el corporativismo tiende a desaparecer.

En definitiva el movimiento obrero mexicano perdió su independencia. Todas las luchas político sindicales, quedaron congeladas por el sistema político, vía cooptación, corporativismo y del burocratismo que los aparto de la lucha política y revolucionaria. Solo el desfile del primero de mayo de cada año es la oportunidad de dar a conocer sus demandas de prestaciones económicas y nada más.
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