martes, 15 de octubre de 2013

Avanzando al pasado.


Tamaulipas México - La transición democrática, improvisada, trunca y la obsesión neoliberal, quitaron poder a la Presidencia de la república mexicana, para distribuirlo entre el Congreso, la Suprema Corte y los medios de comunicación como poderes facticos.

Viene a cuento lo anterior por el regresó del PRI al poder, con condiciones para otra prolongada hegemonía. Los cambios en la ley de Amparo, la ley de Transparencia, Telecomunicaciones, Educativa, iniciativa de reforma para el combate a la corrupción; iniciativa de la Ley de Coordinación Fiscal.

Así también la propuesta de creación del Instituto Nacional de Elecciones en sustitución del IFE y los 32 órganos correspondientes en las entidades federativas. Igual suerte correrán tribunal electoral del poder judicial de la Federación y los tribunales estatales electorales, la propuesta para instituir Fondo de Aportaciones de Nómina Educativa y Gasto Operativo y código penal único.

De ahí que las reformas a la constitución, los cambios en las leyes mencionadas y la concentración de poder que ellas implican, con atribuciones específicas de aplicación nacional sin considerar a las estructuras y organismos estatales y municipales, así como los programas asistencialistas constituyen indicadores de un regreso al pasado.

En esas condiciones el presidente Peña se perfiló como el nuevo “jefe de las instituciones”: con una izquierda fraccionada y cooptada; la derecha panista corrompida y desprestigiada; los medios dados a la propaganda; la intelectualidad, el clero y el empresariado, convenencieros, y una sociedad desarticulada, entre indolente y expectante.

Cabe señalar que en el antiguo régimen existía una estrecha relación de los hombres del poder con el corporativismo sindical y empresarial, la correlación de fuerzas daba la preeminencia al “jefe de estado” sobre el sindicalismo y el empresariado.

Tengamos presente que Peña Nieto ha logrado, volver a colocarse como jefe de los sindicatos, que hoy difícilmente van a decir o hacer algo que pueda molestar a quien los puede poner en la cárcel, y como jefe de los empresarios, que han aceptado pagar algunos costos no sin ciertos jaloneos por la reforma hacendaria a cambio de seguir teniendo grandes espacios para los negocios.

Por tanto, horizontalmente no es factible una regresión a nivel nacional difícilmente puede volverse al pasado autoritario. Verticalmente sí es viable, veintiún gobernadores del país son del PRI y tendrán más temprano que tarde que escriturar sus feudos al presidente.

Basta recordar que los gobernadores estatales fueron los ganones del final del presidencialismo autoritario, mismo que reprodujeron en sus reinos, el poder ilimitado con todas las facultades constitucionales y metaconstitucionales y que el futuro político de los que son de extracción priísta dependerá otra vez del primer mandatario.

Por otro lado las cúpulas del PAN y PRD fueron presuntamente cooptadas por Peña Nieto a través del Pacto por México que ahora agoniza, les ha pretendido arrebatar algunas de sus banderas electorales y las ha confrontado con sus propios grupos internos, neutralizándolas para tomar iniciativas decisivas contra el poder presidencial y hasta el de los gobernadores priistas.

Huelga decir que el gobierno peñista en las cámaras no tiene contrapesos. Beltrones controla la Cámara de Diputados, y Emilio Gamboa, tiene mucho margen de maniobra en el Senado. En esas cámaras, la única oposición que hay es precisamente la facción lopezobradorista en Diputados, y la calderonista en el Senado. Aun cuando la reforma hacendaria peñista no paso en los términos propuestos.

En definitiva, nadie puede negar que en términos pragmáticos el presidente Enrique Peña Nieto pese a sus errores y rechazo a sus reformas, está en vías de consolidar el regreso del viejo régimen al poder, asumiendo la recuperación y su posición de árbitro de las corporaciones que dejó de tener en 1997.
lucarrso@hotmail.com
Twitter: @luiscarrs









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