La Reforma Política promulgada por el Presidente Felipe Calderón el miercoles pasado, en los hechos, se trata de una reforma mutilada, incompleta, una reformita que se queda muy corta frente a las democracias avanzadas, que no merecen los mexicanos, resultando demasiado insuficiente, amén de estar truncada por la mediocridad de criterios y la mezquindad política.
¿Por que decimos lo anterior? porque que no se incluyeron temas esenciales como la reelección legislativa y municipal, la ratificación del gabinete, la reducción del tamaño del Congreso, la segunda vuelta electoral, la creación del tribunal constitucional, la revocación del mandato y la reconducción presupuestal.
No pasa inadvertido que la modificación de los 14 artículos constitucionales que fueron reformados se puede rescatar cuestiones positivas, que habría que saber aprovechar en los siguientes años para ir perfeccionando nuestra endeble e incipiente democracia.
En efecto lo rescatable de la reforma para la sociedad civil son las candidaturas ciudadanas, que pegarán al sistema de partidos que tienen hasta ahora el monopolio de la acción postulatoria para el acceso al poder. Ampliarán de manera considerable las oportunidades de participación de los ciudadanos que no se sienten identificados con ninguno de los partidos políticos existentes.
Cabe decir que también resulta benéfica la figura de la consulta popular, que podrá ser convocada sobre decisiones trascendentes que tengan impacto nacional; para tal efecto, se requiere la firma de 2% de la lista nominal de electores y del 40% de participación de la misma para que el resultado de la consulta sea obligatorio para los poderes públicos.
Otro rubro relevante de la reforma es el establecimiento de la iniciativa legislativa popular, la cual se podrá ejercer por parte de la ciudadanía cuando se reúnan las firmas de 0.25% del listado nominal de electores. Dichas iniciativas deberán ser analizadas a través de un trámite legislativo preferente.
Por consiguiente estas dos figuras son herramientas de corte democrático que fomentan la participación política y permiten que entre todos se vayan tomando las decisiones, de modo que no solamente los políticos profesionales tengan en exclusiva la confección de la agenda del país.
Así pues también se incluyó en la reforma política la iniciativa legislativa preferente a cargo del presidente de la república, por medio de la cual el presidente puede enviar dos iniciativas al inicio de cada período de sesiones del Congreso, las cuales deben estar dictaminadas en un período no mayor a 30 días naturales.
Por tanto en ausencia de dicho dictamen las mismas pasarán automáticamente a consideración del pleno de la cámara que haya recibido la iniciativa.
De igual modo la reforma contempla también la opción de la toma de protesta del presidente electo ante la Suprema Corte de justicia cuando no existan las condiciones para hacerlo en el congreso de la unión.
Es de subrayarse como una verdad incuestionable el hecho de que con ninguna de las modificaciones que comprende la reforma política se van a resolver los grandes problemas nacionales, como la violencia delincuencial, el crecimiento económico, la infraestructura, ni erradicará la pobreza.
Se debe señalar que dicha reforma con todo y sus insuficiencias al menos permite sentar las bases de un mejor marco institucional para la discusión y solución de los problemas, representando un magro avance en la consolidación de la incipiente democracia mexicana.
En definitiva falta la gran reforma que cambie el régimen político que deje atrás el viejo y obsoleto sistema presidencialista que ya no es operativo y no responde ya a las actuales condiciones de pluralidad y competencia de la realidad política, debiéndose dar paso al parlamentarismo para que los gobiernos que no consigan la mayorías del congreso, no sean presa de los vaivenes políticos coyunturales.
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Tiene razon señor es una reforma incompleta pero algo es algo. Saludos
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